Alumno:
Israel Romero Nieto
El
mundo moderno trae exigencias que debemos afrontar, como el uso de tecnologías
que nos permitan acceder a recursos de información eficientes; esto es, las
llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), cuyo impacto se
percibe en el uso metodológico que se les dan, como la creación de escuelas
virtuales, lo cual implica trabajar en la modalidad abierta y a distancia,
misma que tiene al menos 4 etapas de evolución que debemos conocer:
1. Enseñanza
por correspondencia, (finales del siglo XIX y principios del XX). Los medios
disponibles para el aprendizaje eran los impresos y servicios postales. Esta
etapa era unilateral, pues el alumno no contaba con apoyo extra a esos
materiales.
2. Enseñanza
multimedia, (1960). Los medios disponibles eran los de comunicación, como
teléfono, televisión y recursos audiovisuales. El aprendizaje se conformaba de
instrucciones en materiales impresos, audiovisuales y electrónicos.
3. Telemática,
(1970). Su principal aportación fue la inserción de las telecomunicaciones a
los medios educativos, como el CD-ROM.
4. Enseñanza
colaborativa basada en internet, (1990). La web es esencial, sus recursos se
clasifican en sincrónicos, como chat y videoconferencia; y en asincrónicos,
como correo electrónico y foros de discusión. El estudiante tiene un papel
activo y el docente será su guía. Aquí surge la educación en línea.
Integrarse
a una escuela virtual implica hacerse un “estudiante en línea” y confrontar las
exigencias de un papel activo y autogestor del conocimiento. Nótese que se
genera un cambio no solo conceptual, sino de rol, esto es dejar de ser alumno
para ser estudiante. Según Bautista, Borges & Forés (2006), el estudiante
se desenvuelve en la autonomía y la madurez; en tanto, el alumno tradicional depende
de la instrucción del docente.
El estudiante en línea debe características
como: una actitud proactiva; compromiso
con el aprendizaje; conciencia de las actitudes, habilidades y estrategias
propias; actitud para trabajar en entornos colaborativos; metas propias; y, aprendizaje autónomo y autogestivo.
También
hay retos que todo estudiante en línea debe afrontar, como: dejar atrás el
aprendizaje dirigido; no memorizar y repetir el conocimiento; dejar atrás los
entornos competitivos; gestión y administración de su tiempo; y, destrezas
comunicativas.
No
obstante, Cabero Almenara & Llorente Cejudo (2008:113), mencionan que el
reto más grande es hacerse un “alfabeta digital”; término que implica conocer e
identificar las necesidades de la información, trabajar y discriminar la
calidad de las fuentes y códigos, organizar la información, usarla eficazmente
y saberla comunicar.
Estudiar
en línea tiene exigencias y responsabilidades que van más allá de ideas falsas
sobre esta modalidad; ya que puede ser tan fácil o difícil como cada quien se
empeñe, comprometa y sepa aplicar estrategias encaminadas a autogestionar su
aprendizaje. Así, resulta esencial el compromiso con uno mismo, con el
aprendizaje y con las expectativas de nuestro propio desarrollo.
Bibliografía
Millán Martínez, S., “¿Qué es ser un estudiante en línea?”, 2014, pp. 4.
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